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Foto del escritorTOV-Costa Rica

Una espada



Cuando el Concilio habla de que María fue avanzando en la peregrinación de la fe, en el mismo párrafo habla con insistencia sobre el Calvario: «Y mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la cruz, se condolió vehementemente con su Unigénito, y se asoció con corazón maternal a su sacrificio, consintiendo con amor en la inmolación de la Víctima engendrada por ella misma» (LG 5§).

Por estas expresiones, y sobre todo por su contexto, el Concilio parecería indicar que el momento alto —y también la prueba, porque no hay grandeza sin prueba— para la fe de la Madre, estuvo en el Calvario.

Hay otro párrafo en el mismo documento en el que el Concilio, con una expresión lapidaria y emotiva, viene a resaltar que la fe de María alcanzó su más alta expresión allá junto a la cruz. En efecto, hablando del hágase de María pronunciado en el día de la anunciación, añade estas significativas palabras: « ¡Y lo mantuvo [el hágase] sin vacilación al pie de la cruz!» (LG 61). De esta manera el Concilio quiere indicar que la prueba más difícil para el hágase de María fue el desastre del Calvario.

Si a salir del espíritu del texto conciliar, quisiera presentar aquí unas reflexiones de tal manera que todo redunde para la máxima gloria de la Madre.

El Silencio de María

Cap. II: PEREGRINACIÓN

4. María ante el silencio de Dios.

Una espada

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