Un sueño enarboló nuestras vidas y un sueño enarbolará el festín de la saciedad eterna. Señor, desde la eternidad me llevaste en tu mente y en tu corazón como un sueño de oro y llegado mi tiempo fuiste tejiéndome en el seno de mi madre de la tierra, desde las células más primitivas hasta la complejidad de mi cerebro. Realmente Tú eres mi Padre y mi Madre. Amén.
Padre Ignacio Larrañaga, fundador de Talleres de Oración y Vida.

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