No sé cómo decirte, amigo,
lo mucho que te quiero
y todo lo que yo te necesito.
Te quiero porque te veo alegre
y porque con amor
escuchas mis palabras
y soportas mis largas confidencias.
Te quiero porque te acercas con respecto,
aceptas mis silencios o mis gritos,
me animas cuando caigo
y me impulsas en mis sueños.
No te escandalizas de mi pecado
ni me condenas por mi limitación.
Te necesito, hermano.
Para recibir consejos,
para entregarte lo que tengo,
para compartir mi fe,
para decirte lo que siento
y para cantar junto a Ti.
Gracias, amigo mío,
por la transparencia de tu corazón,
y porque a través de Ti,
puedo ver amplia, serena, alegre y nítida,
una gran sonrisa del mismo Dios.
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