A pesar de ser tan joven, las palabras sublimes y solemnes que le dice el ángel de parte de Dios, indican que María poseía para esta edad una plenitud interior y una estabilidad emocional muy superiores y desproporcionadas para su edad.
En efecto, es significativo que en su saludo el ángel omita el nombre propio de María. La perífrasis gramatical «llena de gracia» es usada como nombre propio. Gramaticalmente es un participio perfecto en su forma pasiva, que podríamos traducir algo así como: «¡Buenos días, repleta de gracias!» Hablando en lenguaje moderno, podríamos usar para este caso la palabra encantadora. Significa que Dios encontró en María un encanto o simpatía muy especiales.
Estamos, pues, ante una muchacha que ha sido objeto de la predilección divina. Desde los primeros momentos de su existencia, antes de nacer, fue preservada el pecado hereditario en que le correspondía incurrir y simultáneamente fue como un jardín esmeradamente cultivado por el Señor Dios e irrigado con dones, gracias, carismas, ciencia, todo fuera de serie.
Por eso se le comunica que el «Señor está con ella», expresión bíblica que indica una asistencia extraordinaria de parte de Dios. Ello, sin embargo, no quiere indicar que ese trato excepcional la transformó en una princesa celeste, fuera de nuestra órbita humana. Nunca debemos perder de vista que la Madre fue una criatura como nosotros, aunque tratada de manera especial por su destino también especial.
El Silencio de María
Capítulo Segundo: Peregrinación.
3. Hacía el interior de María.
La encantadora.
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