Sin que se le pidiera autorización, y sin desearlo, el hombre se sintió empujado a la vida; y se encontró con un ser desconocido, él mismo, en un lugar y tiempo no escogido por él, con una existencia no solicitada y una personalidad no cincelada por él mismo. El hombre se miró y se encontró extrañado a sí mismo, como si tuviera dos personalidades al mismo tiempo. Un ser incomprendido e incomprensible para sí mismo. ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Adónde voy? Y, sobre todo, ¿qué hacer conmigo mismo?
27 de junio
El Sentido de la Vida – Padre Ignacio Larrañaga
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