Resta ahora, agregó Jesús, el último tramo del camino, que lo recorreré silenciosamente: cerraré la boca, bajaré hasta la última morada del silencio, me dejaré arrastrar sin ofrecer resistencia, por el torrente de la gran tribulación. Derramaré sobre los que me resistían, no torrentes de ira sino de amor, luego de enterrar los recuerdos amargos en las profundidades del pasado. Al final, el amor prevalecerá sobre todas las estrategias, porque no hay mayor amor que dar la vida. A los que me empujaron a la soledad y al destierro les ofreceré amistad y salvación, hasta que el amor y la muerte acaben por darse el abrazo.
25 de abril
El Sentido de la Vida – Padre Ignacio Larrañaga
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