Un individuo, cuando percibe que todos, a su derredor, están «ausentes», que nadie está con él, nadie lo quiere, por instinto reactivo de defensa, este individuo se repliega en sus regiones interiores envuelto en un manto de resentimiento, y se encierra en la noche fría de la solitariedad. Ahora bien, esta fría soledad interior es el clima ideal para contraer todas las «enfermedades» del espíritu, como la frustración, el rencor…, y a modo de compensación reacciona molestando a todo el mundo. Como se ve, la consecuencia inmediata de una frustración es la violencia, violencia compensadora. No aman porque no se siente amados. Molestan a todos porque se sienten frustrados, sienten vacío afectivo y soledad existencial. He aquí la breve historia de las personas difíciles y resentidas que, con frecuencia, hallamos en la familia y en la sociedad. Sólo el amor redime y sana.
23 de septiembre
El Sentido de la Vida – Padre Ignacio Larrañaga
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