Entre la bruma del crepúsculo y las rosas del amanecer se desatará la tempestad y debemos estar preparados para no naufragar en el oleaje. Sé muy bien Señor que se avecinan días de tempestad para mí. Necesito tu mano, agárrame muy fuerte para no naufragar y así te cantaré una canción de gloria por siempre. Amén.
Padre Ignacio Larrañaga, fundador de Talleres de Oración y Vida.

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