Siempre que hay temor, tristeza, envidia, nerviosismo, agitación, angustia o agresividad es porque hay, sin que nos demos cuenta, adherencia a personas o sucesos del pasado, por vía de rechazo o por vía de apropiación. Con la desvinculación mental seríamos capaces de eliminar esas amargas sensaciones. La persona debe acostumbrarse a detectar tales enlaces mentales y cortarlos en un acto consciente. Sentiría un gran alivio y mucha paz. El hombre, para desenvolver relaciones interpersonales armoniosas, necesita calma y paz.
8 de diciembre
El Sentido de la Vida – Padre Ignacio Larrañaga
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