Sentado frente al televisor, vibras o te deprimes por los avatares políticos, los torneos atléticos, las marcas olímpicas, los nuevos campeones nacionales, mientras tus estados de ánimo suben y bajan como si en cada momento se jugara tu destino eterno. Pero no hay tal: todo es tan efímero como el rocío de la mañana. Nada permanece, todo pasa. ¿Para qué angustiarme?
5 de junio
El Sentido de la Vida – Padre Ignacio Larrañaga
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