Derrama sobre mí, Dios mío, las aguas de todas las fuentes sagradas para que yo quede puro como criatura recién nacida. Vuelve a sumergirme incansablemente en las aguas purificadoras de tu misericordia, lávame una y otra vez, y verás como mi alma queda más blanca que la nieve de las montañas.
28 de octubre
El Sentido de la Vida – Padre Ignacio Larrañaga
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