Pero hay otra historia más frecuente. Un individuo llega a un grupo comunitario. Pasan los años. A su derredor no ve más que mundos individuales y noches cerradas. Nuestro hombre se siente inseguro y, buscando seguridad, emprende el viaje a sus regiones interiores. Allí encuentra la paz; pero es la paz de los cementerios. Son los solitarios.
25 de agosto
El Sentido de la Vida – Padre Ignacio Larrañaga
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