Después de completar tiempos, de cruzar en muchas direcciones los viejos caminos, y de llenar los archivos propios de recuerdos dormidos, el hombre por sí mismo, y en virtud de ese precipitado que deja la vida, y que llamamos sabiduría, llega a la conclusión definitiva de que la verdadera fuente de paz y alegría, de seguridad y libertad, es Dios, sólo Dios: tu gracia vale más que la vida.
1 de marzo
El Sentido de la Vida – Padre Ignacio Larrañaga
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