La tranquilidad mental es un estado en el que el hombre deja de adherirse a esa imagen ilusoria. La liberación consiste en vaciarse de sí mismo, en extinguir ese fuego fatuo, en despertar y tomar conciencia de que estaba abrazando a una sombra cuando te aferrabas tan apasionadamente a ese «yo». Extinguido el «yo», se apagan también aquellas emociones que eran, al mismo tiempo, madres e hijas del «yo»: temores, deseos, aversiones, angustias, agresividad… Y, apagadas las llamas, nace en el interior un profundo descanso, una gran serenidad.
12 de agosto
El Sentido de la Vida – Padre Ignacio Larrañaga
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