Aquel que camina sobre la vía láctea miro a este mundo y no vio otra cosa que piedras, ortigas y zarzas. Entonces, un vendaval azotó las costas marítimas del Padre: era la compasión. A continuación, un fuerte viento golpeó sus puetas: era la misericordia. Finalmente, una suave brisa se movió en su corazón: era la ternura. Entonces el Padre decidió enviar a su Hijo, el Único, no para condenar, sino para salvar el mundo.
16 de junio
El Sentido de la Vida – Padre Ignacio Larrañaga
Comments