Sólo desde la cumbre alta del sol poniente, y mirando por encima del camino recorrido, podemos vislumbrar, y borrosamente, la santa e imprevisible voluntad del Padre. Mientras tanto, no nos corresponde sino bajar la cabeza, soltar los remos, y decir: cuando quieras, a donde quieras, ¡llévame!
30 de abril
El Sentido de la Vida – Padre Ignacio Larrañaga
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