La solución profunda y el secreto verdadero está siempre dentro del hombre, y la solución a la rutina, esto es, la novedad, debe surgir desde dentro. Un paisaje incomparable, contemplado por un espectador triste, siempre será un triste paisaje. Para un melancólico, una espléndida primavera es como un lánguido otoño. Al final, lo que importa es la capacidad de asombro; es esa capacidad la que viste de vida las situaciones reiteradas, y la que pone un nombre nuevo a cada cosa; y, a una misma cosa, percibida mil veces, le pone mil nombres distintos. Es la re-creación inagotable. El problema está, pues, dentro.
7 de julio
El Sentido de la Vida – Padre Ignacio Larrañaga
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