La historia de un grano de trigo es admirable. Cae en la tierra. Se sumerge en ella. Muere. Nace y sale al aire, que es un campo de combate. Enseguida encuentra enemigos, comenzando por las nieves y escarchas. Para no perecer, el joven trigo se agarra obstinadamente a la vida, y sobrevive. Llegan temperaturas bajísimas capaces de quemar toda la vida; y el pobre trigo, está tierno todavía, de nuevo se agarra a la vida con una obstinada perseverancia. Va pasando el invierno, el trigo va venciendo uno por uno los obstáculos.
Llega la primavera, el trigo levanta la cabeza y comienza a escalar velozmente la pendiente de la vida. Llega el verano y, ¡qué prodigio!, aquel humilde grano se ha transformado en un esbelto y elegante tallo, coronado por una espiga dorada con cien granos de oro.
Si tuvieramos la paciencia del grano de trigo...
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