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Foto del escritorTOV-Costa Rica

Formación en TOV




En los talleres hemos sido enviados a evangelizar. Se necesita ser valiente para predicar el Evangelio como lo hizo nuestro Señor Jesucristo. Mantenerse fiel al Padre le costó su vida.


Para realizar esta misión en todos los países aquí representados y que van creciendo cada día más, para aceptar los dramáticos desafíos que seguramente tendremos, se necesita FORMACIÓN. Como primer requisito: COMPENETRAR CONTEMPLATIVAMENTE LA PALABRA DE DIOS. Esta visión nos lleva a encontrarnos con la persona de Jesús. El evangelizador se forma con la visión contemplativa de la PALABRA, hasta descubrir a Cristo y Cristo resucitado.


He aquí el alma de todo apostolado. Nuestro mensaje en un mundo de quejas, agresividad, malas noticias, guerras, asesinatos, es anunciar el mensaje central de la Pascua de Jesús: muerte y resurrección, dolor y alegría, angustia y esperanza, combate y contemplación. No nos sumaremos a los lamentos y quejas, llevaremos el grito de esperanza: ¡Cristo vive!


El segundo requisito es conocer los signos de los tiempos. Vivir atentos a lo que sucede en el mundo de la ciencia, la cultura, el trabajo, la promoción humana, las relaciones internacionales, etc., y ver a través de ellos la presencia de Dios.


Entender los signos de los tiempos no cuesta si miramos nuestra propia historia. Aquella persona que me hizo tanto daño, mirándolo con los ojos de Jesús, me dio un mundo nuevo para perdonar. Esa enfermedad que me mandó a la cama con peligro de muerte, me hizo abrir los ojos y encontrarme con la verdadera vida. Eso es ver los signos de los tiempos, reconocer la presencia de Dios, mi Salvador.


Preparemos nos pues como testigos y profetas. El mundo ya no cree en maestros, necesita testigos. De nada vale nuestra palabra, si no hay testimonio de vida. Ser evangelizador supone hombres y mujeres profundos, coherentes, fuertes y capaces de cruz y martirio, o sea dar la vida por la misión.


Espíritu y Vida. Revista anual para Guías y Talleristas de TOV. Año 1, N°1, 1998, p. 6.


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