La dispersión es la desintegración de la unidad interior, y su efecto inmediato es el desasosiego. Los mil impactos exteriores debilitan los nervios, perturban el sueño, arruinan la digestión, alteran la presión arterial y el sujeto es presa de nerviosismo en que el vivir mismo no causa agrado. Por dentro, el hombre arrastra consigo esperanzas y desconsuelo, euforias y frustraciones en confusa contradicción. Las preocupaciones lo inquietan, las ansiedades lo perturban, los fracasos lo amargan, los presentimientos se le fijan obsesivamente. Es una enorme carga vital en que no sólo hay desorden, sino descontrol total. Es la dispersión. Nuestros libros ofrecen soluciones.
24 de julio
El Sentido de la Vida – Padre Ignacio Larrañaga
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