Mientras las posibilidades están dadas y los horizontes abiertos, hay que librar el combate de la liberación poniendo todo el entusiasmo, sabiduría de la vida, experiencia de los años y la colaboración de los demás para mejorar o eliminar los males que nos asedian. Pero si las puertas están cerradas y no hay nada que hacer, es locura reaccionar airadamente, como si pudiéramos anular lo irremediable con emociones agresivas. He aquí la norma: los imposibles, dejarlos.
21 de julio
El Sentido de la Vida – Padre Ignacio Larrañaga
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