Hay gestos que, inequívocamente, son portadores de cariño: una sonrisa, una breve visita, una pregunta sincera: «¿Cómo va esa vida? », «¿cómo te sientes hoy? », un pequeño servicio, el vivir con el corazón en la mano. ¡Es tan fácil hacer feliz a una persona! Basta una palabra, un gesto, una sonrisa, una mirada. ¡Qué hermosa «profesión», ésta de hacer felices a los demás, siquiera sea por un momento! Llevar un vaso de alegría al prójimo, ¡qué tarea tan fácil y sublime!
11 de marzo
El Sentido de la Vida – Padre Ignacio Larrañaga
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