No se oirán gritos en el viento, ni clamores en las plazas. Transitará por las calles al son de una música silenciosa. No destrozará la caña cascada, no apagará la mortecina llama de la lámpara. Ha sido enviado para derramar bálsamo sobre las heridas, consolar a los destrozados, liberar a los cautivos, trocar el luto en vestido de fiesta y hacer de los pobres un linaje de alta alcurnia.
9 de febrero
El Sentido de la Vida – Padre Ignacio Larrañaga
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