Estás sustancialmente presente en mi ser entero. Tú me comunicas la existencia y la consistencia. Eres la esencia de mi existencia. En ti existo, me muevo y soy. Eres el fundamento fundante de mi realidad, mi consistencia única y mi fortaleza. Todavía no ha llegado la palabra a mi boca, todavía mi cerebro no ha elaborado un solo pensamiento, todavía mi corazón no ha concebido un proyecto, y ya todo es familiar y conocido por ti: pensamientos, palabras, intenciones, proyectos. Sabes perfectamente el término de mis días y las fronteras de mis sueños. Donde quiera que esté yo, estás Tú; donde quiera que estés Tú, estoy yo; yo soy, pues, hijo de la inmensidad.
8 de enero
El Sentido de la Vida – Padre Ignacio Larrañaga
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