El «yo», (imagen fantaseada) es una ilusión, una ficción que nos seduce, una mentira que ejerce sobre el hombre una cruel tiranía: está triste porque su imagen perdió brillo. Se le ve abatido porque su popularidad ha bajado. Está deprimido porque su prestigio se hizo polvo. Como se ve, el “yo” le roba al hombre la alegría y la paz. Anda obsesionado por quedar bien, por causar buena impresión. Vive ansioso por saber qué piensan de mí, y al zigzag de estos altibajos, el hombre sufre, teme, se estremece. La vanidad y el egoísmo atan al hombre a una existencia dolorosa e inquietante.
20 de marzo
El Sentido de la Vida – Padre Ignacio Larrañaga
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