No estamos hablando del verdadero yo, que es la conciencia objetiva de mi propia identidad, sino de su falsificación. Por eso va entre comillas: «Yo». El «yo» no existe. Es una ilusión imaginaria. Es una imagen aureolada y falsificada del verdadero yo. El «yo» es una ficción que nos seduce y nos obliga a doblar las rodillas y extender los brazos para adherirnos a ella con todos los deseos. Es como quien se abraza a una sombra. No es esencia, sino pasión encendida por los deseos, temores y ansiedades. Es una mentira.
31 de julio
El Sentido de la Vida – Padre Ignacio Larrañaga
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