El salmista es un ser cautivado por Dios, por un Dios que arrastra tras de sí a la creación entera y, por cierto, también al salmista. ¿Resultado? como en un torbellino embriagador, el hombre, la naturaleza y Dios se lanzan al frenesí de una danza universal, respirando el mismo aliento, absorbiendo una misma vida. ¿Cabe plenitud mayor?
22 de octubre
El Sentido de la Vida – Padre Ignacio Larrañaga
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