El que no ha sufrido se parece a una caña de bambú: no tiene meollo, no sabe nada. Un gran sufrimiento es como una tempestad que devasta y arrasa una amplia comarca. Una vez que pasó la prueba, el paisaje luce sereno y lleno de calma.
18 de agosto
El Sentido de la Vida – Padre Ignacio Larrañaga
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