Aquel muchacho lo tenía todo en su casa. Pero, soñando en aventuras, se fue a tierras lejanas, dejando clavado un puñal en el corazón de su padre. Se zambulló en el turbio esplendor del mundo hasta morder la fruta del hastío. Y cuando, doblegado por la nostalgia, regresó a su casa, su padre, además del abrazo y el perdón, le preparó el banquete más espléndido de su vida.
15 de diciembre
El Sentido de la Vida – Padre Ignacio Larrañaga
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