El adorador cósmico entra de cabeza y se baña en la corriente secreta y profunda de la naturaleza, y de alguna manera participa, lleno de asombro, del borbotar de la vida de las manos de Dios, mientras su presencia dinámica aletea por encima y por debajo de las criaturas, recreándolo todo.
20 de octubre
El Sentido de la Vida – Padre Ignacio Larrañaga
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