Derribar las murallas del egoísmo, crear un corazón nuevo, trocar los motivos y criterios del hombre, trabajar por los demás con el mismo interés como si se trabajara por mí mismo, despreocuparse de sí mismo para preocuparse de los demás, adquirir la capacidad de perdonar, comprender… Todo eso es tarea de siglos y milenios. Ésa es la gran revolución de Jesucristo.
3 de enero
El Sentido de la Vida – Padre Ignacio Larrañaga
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