Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 29-34
En aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel». Y Juan dio testimonio diciendo: «He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo”. Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios».
Comentario de la Espiritualidad TOV
Muéstrame tu Rostro
La prueba de fuego
Vislumbramos que, a raíz de estos acontecimientos, la fe de Abraham no solamente se recuperó en su totalidad, sino que se consolidó definitivamente; se profundizó hasta el punto de hacerle vivir permanentemente en una entrañable amistad y trato con el Señor, según lo que se le había dicho: «Anda en mi presencia y serás perfecto» (Gen 17,1). Nos lo imaginamos como un hombre curtido en la prueba, inmunizado contra toda posible duda, dueño de una gran madurez y consistencia interior. «Abraham plantó en Berseba un tamarindo, e invocó allí el nombre de Yavé, el Dios eterno» (Gen 21,33).
Dios, viendo a Abraham con una solidez tan definitiva, lo somete a una prueba final de fuego, a una de esas terribles «noches del espíritu» de que habla san Juan de la Cruz. Vamos a ver con qué grandeza y serenidad supera la prueba.
«Después de esto, quiso Dios probar a Abraham, y llamándole, dijo: — ¡Abraham! Y éste contestó: —-¡Aquí me tienes! Y le dijo Dios: —Anda, toma a tu hijo, el único, a quien tanto amas, marcha a Moriah y allá sacrifícamelo sobre una de las montañas que yo te indicaré» (Gen 22,1-3).
En mi opinión, en este episodio la fe bíblica va a escalar su cumbre más alta.
Para comprender en su exacta dimensión el contenido y el grado de la fe de Abraham en el presente episodio, tenemos que pensar que el acometer un acto heroico puede resultar hasta atrayente, cuando ese acto tiene sentido v lógica, así como el dar la vida por una causa noble y bella. Pero para someterse a una orden heroica cuando la orden es absurda, o se necesita estar loco o la motivación de esa sumisión sobrepasa definitivamente nuestros conceptos y reglas de heroísmo.
Situémonos en el contexto vital de Abraham, y pongámonos a explorar el submundo de impulsos y motivos de este gran creyente. Siempre había suspirado Abraham por tener un hijo. Se sentía ya anciano y había perdido la esperanza de lograr descendencia. Sin embargo, un día Dios le promete el hijo. Como para Dios nada es imposible, Abraham cree. Pasados muchos años de esperanzas v desesperanzas, llega el hijo, el cual será depositario de las promesas y de las esperanzas. Ahora Abraham puede morir en paz. Pero a última hora Dios le pide que le sacrifique al muchacho.
Una exigencia tan bárbara y loca era como para echar por tierra la fe dé toda una vida. El sentido común más elemental le tenía que asegurar que había sido víctima de una alucinación. Sin embargo, Abraham, una vez más, cree.
Este creer contiene un abandono-confianza en grado ilimitado. Podemos imaginar un diálogo consigo mismo:
— ¿Que soy un viejo y no podré tener más hijos?
Yo no sé nada. El lo sabe todo. El lo puede todo. — ¿Que voy a morir pronto y quedo sin heredero?
El proveerá; El es capaz de resucitar muertos y hasta de convertir las piedras en hijos (Mt 3,9). — ¿Que es ridículo y absurdo lo que me pide?
El es sabio, nosotros no sabemos nada.
Es decir, hay una disposición incondicional de entregarse, de abandonarse con una confianza infinita, un estar infaliblemente seguro de que Dios es poderoso, bueno, justo, sabio contra todas las evidencias del sentido común; es algo así como atarse de pies y manos y dejarse caer en un vacío porque él no permitirá que los pies golpeen contra el suelo. En mi opinión, ésta es la sustancia definitiva —y el momento cumbre— de la fe bíblica.
Veamos ahora cómo se desenvuelve Abraham, lleno de una paz infinita, de grandeza y ternura:
«Se levantó, pues, Abraham, muy de madrugada, preparó su asno, y tomando consigo dos criados y a Isaac, su hijo, partió la leña para el holocausto y se puso en camino para el lugar que le había señalado Dios.
Al tercer día, levantó Abraham sus ojos y vio a lo le- jos el lugar. Dijo a sus dos criados:
—Quedaos aquí con el asno; yo y el muchacho iremos hasta allí, y después de haber, adorado, volveremos aquí.
Y tomando Abraham la leña para el holocausto, se la cargó a Isaac, su hijo. Tomó él en su mano el fuego y el cuchillo y siguieron caminando juntos. Dijo Isaac a su padre:
—Padre. —¿Qué quieres, hijo mío? —Aquí llevamos el fuego y la leña; pero el cordero para el holocausto, ¿dónde está?
—Dios lo proveerá, hijo mío.
Y siguieron juntos. Llegado al lugar que le había señalado Dios, erigió Abraham un altar, preparó sobre él leña, ató a su niño y lo puso sobre el altar, encima de la leña. Tomó el cuchillo y levantó su brazo para degollar a su niño. Pero se escuchó una voz desde el cielo que le dijo:
—Abraham, Abraham, no hagas ningún daño a tu niño porque ahora he visto que de verdad amas a Dios, pues por mí no has perdonado a tu hijo, el unigénito» (Gen 22,3-12).
En la narración, la fe y el abandono adquieren relieves particulares. Dios proveerá es como una melodía de fondo que da sentido a todo. Es significativo que esta narración acabe con aquel versículo: «Denominó Abraham a este lugar "Yave provee", por lo que hasta hoy se dice: "En el monte de Yavé se proveerá"» (Gen 22,14).
Modalidad
Orar con Salmos
Sal 39, 2 y 4ab. 7-8a. 8b-9. 10
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito. Me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios, entonces yo digo: «Aquí estoy».
«-Como está escrito en mi libro- para hacer tu voluntad. Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas».
He proclamado tu justicia ante la gran asamblea; no he cerrado los labios, Señor, tú lo sabes.
Oración TOV
Oración de Fraternidad
Señor Jesucristo, columna de unidad y rey de la fraternidad. Envíanos cada mañana una ráfaga de tu espíritu. Derriba los muros de separación levantados por el egoísmo, el orgullo y la vanidad. Aleja de nuestra casa las envidias que siembran discordias. Líbranos de las inhibiciones. Sosiega los impulsos y cólmanos de serenidad.
Haz surgir en nuestras intimidades corrientes sensibles y cálidas para que nos perdonemos y nos comprendamos, nos estimulemos y nos celebremos como hijos de una misma madre.
Retira de nuestro camino las rivalidades y aversiones rompe los bloqueos para que seamos unos con otros abiertos y leales, sinceros y veraces.
Crezca la confianza como árbol frondoso a cuya sombra todos nos sintamos felices. Y así seremos ante el mundo el argumento sensible y profético de que tú, oh Jesús, estás vivo entre nosotros. Amén.
Que hermosa ayuda me encanta, Dios sea su recompensa.