Cuando fallan todas las seguridades, cuando todos los apoyos humanos se han derrumbado y han desaparecido los atavíos y las vestiduras, el hombre, desnudo y libre, casi sin pretenderlo, se encuentra en las manos de Dios. Un hombre desnudo es un hombre entregado, como esas aves desplumadas que se sienten gozosas en las manos cálidas del Padre. Cuando no se tiene nada, Dios se transforma en todo.
7 de febrero
El Sentido de la Vida – Padre Ignacio Larrañaga
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