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Foto del escritorTOV-Costa Rica

Conversión de San Pablo

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 16, 15-18


En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos».



Sobre San Pablo como fuente de la espiritualidad TOV, según la Fundación TOVPIL.

En su juventud comenzó también a profundizar en las cartas de san Pablo, especialmente las dirigidas a los Efesios, Filipenses y Colosenses las cuales califica como una formidable aventura, un abismo sin fondo donde reluce el Rostro bendito de Cristo, “Él que ha venido”, “El que está viniendo” expresiones que no se contraponen ni se anulan, sino más bien se complementan caminando al unísono hacia la plenitud. En Hebreos admira esa invitación al riesgo, poniendo en crisis muchas veces la propia existencia, aceptando la apuesta de la fe y poniéndose en camino hacia horizontes desconocidos, tal como él mismo lo hizo, pasando por donde el Señor le abría las puertas, sin saber hacia dónde iba…

Comentario de P. Ignacio

La Rosa y el Fuego

Temperatura interior


Más de veinte veces testifican los Evangelios que Jesús oraba: siempre solo, casi siempre de noche y generalmente en una montaña. Siempre sentí un apremiante anhelo de pasar una noche en oración en una montaña.


No sé qué tiene la noche: duermen las flores, despiertan las estrellas, parece que Dios te envuelve con un enorme manto de silencio y que El mismo se torna plásticamente concreto; no podemos asir la luz ni la oscuridad, pero disponemos de unas manos misteriosas para palpar a Dios, y este prodigio generalmente se produce de noche.


El Padre me concedió el privilegio de pasar varias vigilias tierra adentro y en la alta noche. Pero hay más. Yo había anhelado muchas veces asomarme al corazón de Jesús en una noche de oración; inclusive había alimentado el sueño imposible de descubrir y participar de la vida profunda de Jesús en el contexto de la apremiante insistencia de Pablo: tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús. Pero, ¿cómo captar la temperatura interior de Jesús, sus vibraciones emocionales, sus sentimientos o disposición interior? Es imposible realizar este "descubrimiento" de las armónicas profundas de Jesús. Es una tarea específica y exclusiva del Espíritu Santo.


Llegó el día de hacer una experiencia en este sentido. Aquel día dormí toda la tarde. Y cuando ya asomaban las primeras estrellas, me abrigué bien, caminé unos cien metros hasta llegar a un altozano despejado donde había grandes piedras, para poder sentarme.


Comencé por pedir ardiente y prolongadamente una asistencia especialísima del Espíritu Santo. Lo invoqué con toda mi alma, suplicando me concediera la plenitud de sus dones. Evoqué a Jesús en las noches estrelladas de Palestina, sentado, así como yo ahora, sobre una piedra, inclinado sobre sí mismo, los codos sobre las rodillas y la cabeza entre las manos. Estaba a mi lado, sentado sobre una de las piedras.


Quedé quieto, como deteniendo el aliento, en un estado de suspenso admirativo, como quien con un potente telescopio se asomara al infinito mundo sideral. Luego, muy concentrado, en la fe, "miré" con infinita reverencia a la intimidad de Jesús, y ahí "quedé" presenciando, detectando algo de lo que sucedía en esos abismos. Metido en esa atmósfera, permanecía quieto e inmóvil, dejándome impregnar de sus armónicas existenciales, participando de su experiencia profunda. E, identificando mis emociones con sus emociones, comencé a repetir, sintiendo lo que Jesús sentiría al decir: "Abbá, Papá querido". Millares de veces lo repetí, con el corazón de Jesús. Al cabo de un largo tiempo comencé a repetir, también con el corazón de Jesús, con sus propios sentimientos: "santificado sea tu nombre". Lo repetí innumerables veces, sin caer nunca en la monotonía; al contrario, cuanto más lo repetía, mayor carga vital y emoción sentía. Más tarde repetía, con el corazón de Jesús, esta frase: "Padre, glorifica tu nombre".


Estábamos en la profundidad de la noche. Una fuerza inevitable me arrastraba hacia atrás, al "Abbá". Y me quedé con el "Papá querido", repitiéndolo hasta el despuntar de la aurora; y tantas veces lo repetí y cada vez más posesivamente que, aquí también, la palabra "cayó", y una vez más, la palabra fue sustituida por las lágrimas. Y sucedió algo que es inútil empeñarse en explicar. Ni toda la poesía del mundo podría evocar, ni todo el psicoanálisis barruntar una brizna de lo que allí sucedió. Hasta puede parecer herejía. Sencillamente, yo había desaparecido. Yo no era yo, yo "era" Jesús. En el mundo sólo quedaba Jesús "en" el Padre y yo perdido entre ellos... hasta que salió el sol.


Oración

Encuentro 5: Te di tan poco


¡Te di tan poco, ¡Señor Jesús,

pero Tú hiciste de eso algo tan grande!

¡Soy tan poca cosa ante Ti,

y me tornaste tan rico!

No conseguí darte

todo lo que hubiese deseado,

ni logré amarte como yo quería y soñaba.

Te di tan poco, de verdad, tan poco,

y con tan poco entusiasmo y alegría.

Sin embargo, Tú sabes que en ese “poco”

yo quise poner todo mi corazón.

Tú ves el fondo de mí mismo,

con mi deseo de darte mucho más.

Como transformas mi pobreza en riqueza,

y mi vacío en plenitud,

toma mi don tal como es,

toma también todo lo que él no es

a fin de que en mí haya entrega total,

con mi propia miseria,

y sea todo de nuevo recreado

por el poder soberano de tu amor. Amén.


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