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Foto del escritorTOV-Costa Rica

Bautismo del Señor



«Este es mi Hijo amado, en quien me complazco»



Lectura del santo evangelio según san Mateo 3, 13-17

En aquel tiempo, vino Jesús desde Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara. Pero Juan intentaba disuadirlo diciéndole: «Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?». Jesús le contestó: «Déjalo ahora. Conviene que así cumplamos toda justicia». Entonces Juan se lo permitió. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrieron los cielos y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz de los cielos que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco».


Comentario de la Espiritualidad TOV

El pobre de Nazaret


Juan, una vez terminado su discurso, procedió al rito del bautismo. Jesús se fue acercando hacia él para observarlo más de cerca. Era el Bautizador un hombre de elevada estatura, de porte atlético, completamente curtido por el sol y el viento del desierto. Vestía una túnica corta, sin mangas, de color castaño oscuro, de burda tela tejida con pelos de camello. Un ancho cinturón de cuero ceñía su túnica a las caderas. Su rostro estaba surcado de arrugas profundas, a modo de cicatrices, que le daban un aire de mayor edad que la que en realidad tenía, el aspecto de quien ha vivido toda su vida a la intemperie.


Su rostro enjuto estaba rodeado por una abundante melena, cabello indómito y abundoso que, derramándose sobre las espaldas, le llegaba hasta la cintura. Una barba negra y larga le cubría por completo el pecho. Y, agitadas por el viento, su barba y su cabellera semejaban la melena de un león. Nunca las tijeras habían penetrado en ese matorral. Siempre, pero especialmente cuando se encaramaba a una roca para hablar, tenía el aire de una majestad casi salvaje; en suma, tenía todas las características de un profeta tradicional, tal como el pueblo se lo imaginaba.


Oración

Senda 18: Tu voluntad

(Anónimo)


Padre, te nombro piloto de mi nave: levare anclas cuando des la señal e iremos a el puerto que prefieras. Sino soplara el viento, empuñaré los remos. por donde quieras a donde gustes, cuando ordenes,

¡Vamos!

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