¡Cómo sería el cuidado y la atención de Juan sobre los últimos años de la vida de la Madre, cuando sus fuerzas declinaban notoriamente y su espíritu tocaba las alturas más altas…! ¡Cómo sería el suspenso, la pena y…(¿cómo decir?) casi adoración, cuando Juan asistió al tránsito inefable de la Madre y cerró sus ojos! Juan fue, seguramente, el primero en experimentar aquello que nosotros llamamos la devoción a María: amor filial, admiración, disponibilidad, fe…
21 de enero
El Sentido de la Vida – Padre Ignacio Larrañaga
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