Todo parece fatalidad ciega. Sucesivas desgracias caen sobre nosotros con tanta sorpresa como brutalidad. La traición nos acecha detrás de las sombras, y ¿Quién iba a pensar?, en la propia casa. A voces se experimenta la fatiga de la vida y hasta ganas de morir. ¿Qué se consigue con resistir los imposibles? En estos momentos nos corresponde actuar como María: cerrar la boca y quedar en paz. Nosotros no sabemos nada. El Padre sabe todo. Si podemos hacer algo para mudar la cadena de los sucesos, hagámoslo. Pero ¿para qué luchar contra las realidades que nosotros no podemos cambiar?
El Sentido de la Vida
16 de enero
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